No es el texto hebreo, sino la versión griega, la que atribuye estos cantos a Jeremías, y en ese testimonio se debe fundar principalmente la tradición que señala a Jeremías como autor de ellos. Son las Lamentaciones cuatro cantos alfabéticos, seguidos de una oración, cuyo tema es la soledad y ruina de Jerusalén destruida por los caldeos. Tales composiciones eran usuales en Oriente, y sabemos que Jeremías dedicó unas lamentaciones a la muerte de Josías. Su ministerio profético en los últimos años de Judá, el amor intenso que hacia su pueblo sentía y lo mucho que trabajó por apartar de él las amenazas divinas, hacen de Jeremías el más apto cantor de las penas de Judá y le señalan como autor de estos tiernos cantos. Muchos críticos, sin embargo, no se dejan convencer por estas razones, y alegan otras, no decisivas, en contra de tal atribución. Todo esto ni pone en duda la inspiración divina, ni aminora el mérito literario de estas endechas, que tan solemnemente resuenan en las iglesias cristianas en los días de la Semana Santa, para llorar la ruina espiritual de Israel. (Pulsar aquí para leerlas en su totalidad)
Sagrada Biblia (Nacar-Colunga) 1944
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