Catequesis del Señor


Como el feto en el vientre de su madre
 
Estando hablando con el Señor, le pregunté que, siendo como es infinito y, por lo tanto, que no puede haber nada fuera de Él, cómo nos encontrábamos nosotros dentro de Él; no tardó en responderme, pues siempre está escuchándonos, y se apresura a clarificar nuestras dudas -con ejemplos sencillos para que podamos entenderlo-  cuando nos dirigimos a Él con respeto, adoración, amor y, sobre todo, intensa fe:

“Juan, mi amadísimo Juan; estáis en mí como el feto lo está en el vientre de su madre, y, al igual que ella, yo os alimento: lo hago con mi Gracia. Y, como el feto, vosotros sentís mi voz, atenuada por esa especie de líquido amniótico que es el mundo. Pero sí oís y sentís los latidos de mi Corazón, que os son muy familiares.

Al igual que el feto, estáis a la espera de salir a la Luz y ver mi rostro: ¡Cómo ansía todo vuestro ser nacer a la Vida!

Bien es verdad que no todos mis hijos están sanos, pues los hay que tienen muchas malformaciones, por haber cambiado su posición intrauterina a otra diferente de la que yo les había colocado en el momento de su concepción. Estos, antes de ver mi rostro, habrán de permanecer algún tiempo en el Purgatorio, para que desaparezcan totalmente sus anomalías.

Gran dolor me produce, mi amado Juan, que muchos de mis hijos mueran en mi seno antes de salir a la Luz. Y esa muerte, por mi Justicia, es eterna: permanecerán en la oscuridad del Infierno sin esperanza alguna de salvación, en un eterno odio que genera un fuego que abrasa sin consumir.

Sois fruto de mi Amor y solamente en él encontraréis la Vida. ¡Permaneced en mi Amor!”

hno. juan de la Sagrada Familia, AdC

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