"NO PRACTICANTES"


Es una realidad de nuestro tiempo: muchos bautizados se califican a sí mismos “católico no practicante”. Es algo así como no querer comprometerse a nada pero esperando recibir todo.

¿Imagina usted una persona que se proclame socio de su equipo de fútbol favorito y que ni esté inscrito en el Club, ni pague cuota alguna, ni asista siquiera a los partidos “en casa”, ni conozca los nombres del entrenador y los jugadores, los últimos fichajes, las lesiones del último partido, del que desconoce hasta el resultado?...

Pues igual, igual, son esos tales que se dicen “ser” sin “practicar”: al no practicar “no son”; es decir, no pertenecen a la Iglesia Católica, pues ellos mismos se han separado, con todas las consecuencias.(l)

Para pertenecer a la Santa Iglesia Católica, la cual, además de Una y Apostólica, es Cuerpo Místico de Cristo que es su Cabeza,(2) hay que estar unido a Cristo, pues el cuerpo sin cabeza no tiene vida.(3)

Y estar unido a Cristo significa “ser uno con El”, vivir nuestra vida dejando que “Cristo viva en nosotros”:(4) ser católicos “cristificados”.(5) Y eso exige cumplir, es decir, “practicar”.

Es bien cierto que en muchos hombres de hoy “permanece el deseo de experiencia religiosa, aunque en una multitud de formas que difícilmente son conciliables entre sí y que frecuentemente llevan lejos de la auténtica fe cristiana”.(6) Por eso es muy conveniente que todos aclaremos nuestras ideas y, si queremos pertenecer como verdaderos “socios de número al Club de Cristo”, empecemos a “practicar” no sólo en el pago de la “cuota”, sino también “asistiendo a todos los partidos”, “conociendo al equipo” y “sabiéndose al dedillo su historia”, desde el principio hasta el fin.

Y, así, nuestro “Aúpa....!” se convertirá en “¡Ven, Señor Jesús!”.(7)
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1. Cf. Pio XII, Enc. “Mystici corporis Christi”
2. Conc. Vaticano II, “Constitución dogmática sobre la Iglesia”, I, 7.
3. Cf. 1 Cor. 12, 12-28, Cf. Pio XII, Enc. “M.c.C.”
4. Cf. Gal. 2, 20.
5. A. Royo Marín, “Teología de la Perfección Cristiana”, III, 49.
6. Declaración final del Sínodo especial para Europa (14- XII - 1991 ) “Para que
seamos testigos de Cristo que nos ha liberado”, I, 1 g.
7. Ap. 22, 20.

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