En una de las grabaciones
publicadas en este blog, el Espíritu Santo nos mostraba que, cuando pecamos,
con ser muy importante la gravedad del pecado concreto, que lo es, es accesoria pues,
como en el caso de las enfermedades, tengamos un cáncer o un resfriado, careceremos de salud: lo verdaderamente terrible del pecado, aparte de su
gravedad, es que con él nos separamos de Dios y dejamos de amarle, nos enfrentamos a Él, le
ignoramos, poniéndonos nosotros en su lugar.
Hay momentos en nuestra vida en
los que parece que hemos de decidir optar por lo “menos malo”, y no somos
capaces de ver las consecuencias que puede tener tomar una decisión
así. Si, utilizando nuestra fe y moral católica, lo pensamos detenidamente, nos
damos cuenta de que esa decisión nos coloca fuera de la Iglesia: el mal es la
negación del bien, la ausencia de bien; puesto que Dios es el Bien absoluto,
con esa postura nos separamos de Él, le negamos pues, aunque sea optando por el
“mal menor”, seguimos negando el Bien, que es Dios, por pequeño que, ante
nuestros ojos, sea el mal elegido.
¿Tan difícil es ser coherentes
con nuestra fe católica? ¿Tan débil es nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra
caridad? ¿Acaso no somos capaces de aceptar que la providencia divina nos ayuda
a encontrar siempre el bien? Efectivamente: Dios es el Bien absoluto y siempre
está a nuestro lado para protegernos y ayudarnos a alcanzarlo. No tenemos
excusa: “Si el afligido clama al Señor, Él lo escucha”.
No nos dejemos engañar por el
enemigo: no aceptemos, en situación alguna, el “mal menor” sino, por el
contrario, luchemos por hacer la voluntad de Dios, que siempre está en
hacer el bien. Si se lo pedimos a Él, sin duda nos mostrará con claridad el camino a
seguir, en la senda del bien.
Imitemos a María: Ella nunca
eligió “el mal menor”; por el contrario, se hizo la esclava del Señor y le pidió
que se hiciese en ella su voluntad. A nosotros, como a los siervos de Caná, nos
dice: “Haced lo que Él os diga”. Y Él nos dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida”. ¿Seguiremos dudando y escogeremos el “mal menor”?...
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